Oscar Fingal O'Flahertie Wills Wilde

sábado, 3 de julio de 2010

No haga caso, son rumores.


Existe una película que considero una de las más logradas en la última década: Old Boy (Park Chan-Wook). Old Boy es un trepidante y finísimo film coreano cuya premisa básica es la venganza motivada por el daño irreparable provocado a un tercero. Escena climática: nuestro trágico héroe Oh Daesú (Choi Mink-Sik), hombre común y padre de familia, descubre que su incomprensible secuestro de 15 largos años en una vulgar prisión de seguridad,que la acusación  injusta  del asesinato de su esposa, el destierro  violento de su apacible vida, así como la privación total de su libertad y de cualquier tipo de contacto humano, tiene una razón de solo siete letras: un rumor. Un inocente rumor que con ligereza dejó escapar en su adolescencia y cuyo impacto destrozó vidas y almas. Después de crear en el espectador un ánimo de total empatía, así como el deseo de que al final de la odisea y búsqueda frenética nuestro mártir protagonista propine una ejemplar venganza sobre el cruel ejecutor de su desgracia -un brutalmente encantador Woo-Jin (Yu Ji-Tae)- la magistral vuelta de tuerca del director y guionista,  nos ofrece una apabullante disyuntiva: ¿es Daesu héroe o verdugo?

Todo lo anterior viene a cuento, por el brote de información emanado de twitter sobre la trifulca del vergonzoso Miguel Gómez Mont (el tristemente célebre ex secretario de FONATUR y hermano incómodo del aún más incómodo Fernando Gómez Mont, al término del partido México-Argentina en el mundial de Sudáfrica)  mismo que cobró una tesitura interesante ya que de inicio circuló la versión de que el autor de la agresión a la esposa del Guille Franco y demás familiares de jugadores de la selección, habían sido “los hijos” del secretario de SEGOB. Al paso de las horas se aclaró el hecho de que no fue su hijo (el único vástago de FGM es una niña de 10 años), sino su hermano. Durante casi 24 horas los internautas multiplicaron la imprecisa nota de los “rijosos hijos” del funcionario en forma exponencial. Es un tema delicado el adjudicar responsivas sin antes verificar la fuente o los hechos reales, puesto que no es lo mismo que digan “borrachos” o “rateros” a mis hermanos que a mis hijos. Las redes sociales son caldo de cultivo de la  información express, del grito desesperado y de la febril pasión espontánea. Twitter, no es nada más un simple ejercicio de esparcimiento, es también un arma poderosa de comunicación gratuita y con alcances insospechados. Razón de sobra para darle su justa dimensión así como pronóstico reservado.

Hace unas semanas decidí irme de viaje y hacer un experimento de forma paralela. Dejé un mensaje en Facebook y twitter con la patraña de que me marchaba a la Franja de Gaza como corresponsal de guerra. Cualquier persona que me conozca dos segundos, sabría que ni debiéndole al fisco el ingreso de la Gordillo en un año lectivo, me aventuraría a tan peligrosa faena; lo que es más, ni siquiera soy reportera. Sin embargo, mi experimento me acarreo más de 100 followers, llenó mi time line y mi wall de mensajes de esperanza,  cadenas de oración, deseos de una larga vida, así como la saturación de mi bandeja de entrada con estrujantes mensajes de amor. El colmo: mi mejor amigo me habló por teléfono desde Dinamarca con voz temblorosa, para saber si me encontraba en pleno uso de mis facultades mentales. Sembré a propósito una mentira y se expandió como pólvora con delirantes variaciones (algunas fuentes aseguraron que yo me encontraba en Chipre). Este es el fenómeno de las redes sociales.

Las  líneas finales de Oh-Daesú en la cinta que sirve de marco a esta reflexión, nos obsequian esta perla: “Tal vez soy peor que una bestia, pero ¿acaso no tengo el derecho a vivir?”. Es correcto, hasta las bestias merecen vivir y que se comprueben sus errores y afrentas a la sociedad. No convirtamos a inocentes en víctimas o a nosotros mismos en victimarios. Seamos cuidadosos con lo que sale de nuestra lengua, cualquier rumor no fundamentado puede crecer como bola de nieve y no siempre saldremos inmunes.

*Old Boy es la segunda parte de la genial trilogía de la venganza del laureado director coreano Park Chan-Wook (Cannes, Stiges) ‘Sympathy for Mr. Vengeance’ y ‘Sympathy for Lady Vengeance’. Busquen los títulos, les firmo ante Notario Público que cambiará su vida de forma irreversible.

América Pacheco @amerikapa

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