Oscar Fingal O'Flahertie Wills Wilde

sábado, 6 de febrero de 2010

Sin Twitter. *39o. Relato


Entre los más aberrantes defectos de los hombres se encuentra la impuntualidad. Siempre dicen una hora y llegan dos después. Son impuntuales hasta para hacer el amor, ¿es acaso impuntualidad el querer hacerlo por tres horas seguidas y la mayoría recoja su saco a los cuarenta y cinco minutos? Y siempre, siempre llegan inexactos al orgasmo. No entiendo cómo se puede vivir así, tal vez por eso se convirtió en mi manía favorita el comenzar a tuitear. Buscaba los #solteros más aventados, a los que les gustan las citas a ciegas. Claro, había adornado mi perfil de una forma sugerente e interesante, que pensarán que al menos tenía algo más que ciento cuarenta caracteres para dar en una plática, que podrían darme un follow sin miedo y que era capaz de entablar retuits y mensajes directos en menos de 5 segundos. En el Twitter había encontrado la forma perfecta de encontrar amores ocasionales, pasajeros. Me parecía más divertido que amarrarme a una relación monótona cuyo único fruto sería un matrimonio destinado al fracaso y donde lo único seguro es que la caída del pelo del individuo sería exactamente proporcional al crecimiento de su panza. Yo no podría soportar tal forma de matar el amor, porque sin duda terminaría matando a ese gordo calvo. Sin duda.

Esas visiones me aterrorizaban como la oscuridad cuando niña, como el coco debajo de mi cama. Sí, aún le temía. Por eso me gustaba dormir acompañada. De ahí deriva, he de imaginar y aseverar, el surgimiento de mis múltiples #amantes, todos efímeros que conservaban su belleza y jovialidad aún al salir de mi departamento para no volver jamás.

La tarde que conocí a Julián fue extraña. Me dio follow sin yo saber quién era. Sus tuits eran distintos… Él era distinto. Un mensaje directo me llegó de repente @Julián a las siete en el Bonanza. De inmediato le di replay, ahí estaré.
Corrí a prepararme, a releer Cómo conquistar un hombre virtual, difícil e interesante en cinco minutos. Sólo me quedaba esperar por éste que creía el último affaire para ser mi hombre definitivo.
Me dieron las ocho sola en el Bonanza, aún no llegaba Julián. A las nueve ya no tenía cigarros, las diez veinticinco y supe que no llegaría. Me imaginaba que su cara era similar a la de un perro doberman que nunca supe a dónde se fue. @Perros al fin y al cabo. Le escribí un tuit antes de que eliminara su cuenta: te espere, no llegaste y me fui.

*Relato de "Todos tus muertos".
*Autor: Macaria España @makiabelica

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