Oscar Fingal O'Flahertie Wills Wilde

viernes, 5 de febrero de 2010

Relato Erótico *25o. Relato


La mañana era fría. Lluviosa. No quería levantarme. Quería quedarme debajo de lo calientito de mis sábanas. Afuera, el ploc ploc de la lluvia me invitaba a quedarme en cama. Pero me levanté. Prendí mi computadora. En lo que arrancaba, fui a la cocina por una taza de leche y me preparé un café frío. A lo lejano, el sonido del computador, me indicó que ya había iniciado. Me estiré y fui a sentarme en mi silla. Tenía que revisar mi cuenta de Twitter. Soy prostituta virtual. Mi trabajo es poner mi webcam y hacer lo que la gente pida. La gente paga por ello. Si están dispuestos, permito que me escriban y nos citamos. Me sentí de repente nerviosa. Mariposas revoloteaban en mi estómago. ¿Lo iba a volver a ver? Mi cuerpo tembló al recodar lo que pasó hace dos noches…
Estaba revisando mi cuenta de Twitter. Me llegó un mensaje desconocido, de alguien que quería unirse. Lo acepte, y comenzó a mandarme tweets, de que quería encontrarse conmigo más tarde, en un hotel cercano al Metro Portales. No importaba lo que solicitaba. El quería verme y conocerme. Accedí, y quedamos de vernos a las 8:30 de la noche. Dejé la computadora, y me puse a revisar que atuendo me iba a poner para mi cita de esa noche. ¿Será guapo?, me pregunté. ¿Será atento? Me sentía nerviosa. No sabía por qué. Sentía como si de alguna manera, el sexo iba a cambiar para mí. Normalmente no permito nada de golpes, solo sexo vaginal y sexo oral. Hice mi pequeña maleta, en donde pongo mis cambios, escogí mi ropa, y desayuné. El resto del día fue normal, una que otra sesión con la cámara, un par de citas para días posteriores. Como a las 5, dormí un rato, y a las 7 ya me estaba metiendo a bañar. Mientras me bañaba, me seguía preguntando sobre aquel misterioso hombre. Me vestí con prisa, y salí alrededor de las 7:45 hacía mi destino. Llegué a tiempo y pregunté en la recepción por la habitación del señor “Mario”. Así me había dicho que lo buscara. Me indicaron el nombre y me dirigí hacia ella. El corazón me palpitaba a mil. Nunca me había puesto nerviosa por una cita. Siempre voy mentalizada a que solo es una hora de mi vida, y que el dinero vale la pena. La puerta de la habitación 314 estaba frente a mí. Di un respiro y llame. Esperé un par de segundos y la puerta se abrió. Dentro, solo había unas velas encendidas. No había nadie detrás de la puerta.
- ¿Hola? Soy Denisse. Pregunté con seguridad.
- Pasa. Siéntate en la cama. Una voz lejana me dijo.
Hice lo indicado. Me senté sobre el borde de la cama. Por un momento, algo se estremeció dentro de mí. Por un momento sentí miedo. Una mano, fuerte, segura, se posó sobre mi hombro. – Tranquila. Dijo. Eres hermosa. Hoy, esta noche, tu vida va a cambiar. Descubrirás lo que es el sexo. Y lo amarás. Suspiró. Tenía tantas ganas de conocerte Denisse.
Me estremecí. Pasó su mano sobre mi cabello. Comenzó a juguetear con él, y comenzó a besar lentamente mi cuello. Para esa ocasión, decidí ponerme una minifalda negra, zapatos ligeramente altos, y una blusa escotada que dejaba ver mis bien formados senos. Me quitó el abrigo que tenía, y continuó besándome el cuello. Con su otra mano jugueteaba con mi cabello. – Hueles hermoso, me encantas. Intenté voltearme para verlo pero él no lo permitió. – No querida, me dijo seriamente. Esta noche, tú eres el cliente. Voy a ser tu maestro. Y así me llamarás.
Suavemente tomó mis manos. Las puso detrás de mí. El miedo se apoderaba de mí. ¿Acaso había caído con un loco sadomasoquista? ¿Me iba a golpear? Sentí como puso la cuerda alrededor de mis muñecas y empezó a apretarla. Quise gritar que no, pero mi cuerpo me lo impedía. Podía sentir como me empezaba a humedecer. Como empezaba a palpitar mi corazón. ..
Jaló mi cabello hacía atrás, con fuerza, y me dio un beso forzado. Empecé a sollozar. – No llores preciosa. No va a pasar nada. Te va a encantar. Ya lo verás. Mis ojos estaban llenos de lágrimas. Con un golpe, no fuerte, pero si desconcertante, me pegó en mi cachete izquierdo. - ¿Cómo te dije que me ibas a llamar, princesa? – Maestro. Respondí temblando. – Muy bien pequeña. Vamos a empezar con la noche.
Acto seguido, me desvistió. Sus manos se movían con gran velocidad. Me quitó la falta, la blusa y los zapatos. Me dejó las bragas y el brassiere. Comenzó a besarme lentamente por todo el cuerpo. Sus manos parecían dos pulpos que se movían por todo mi cuerpo. Yo comenzaba a respirar más rápido, a jadear. Comencé a gemir. Era una sensación que no había experimentado antes. Se detuvo un momento y se acercó a una pequeña maleta encima del tocador. Sacó varias cosas que no pude alcanzar a distinguir, y luego acercó una silla. – Ponte de rodillas. – Si maestro.
Me puse de rodillas sobre la silla. Posó su mano sobre mi culo e hizo a un lado mi braga. Se untó un líquido, el cuál asumí que era lubricante y lo untó en toda mi zona. – Estas bien mojada mi amor. Así me gusta. Tomó un objeto y me lo mostró. Era un dildo en forma triangular.
– Yo no hago anal maestro.
– Hoy, si mi amor.
Sin decir más, con una mano me volvió a sujetar fuertemente del cabello, y me metió el dildo hasta el fondo de mi culito. Grité un poco. Pero sentía placer y dolor al mismo tiempo. Me estaba gustando. Tomó una como paleta, y comenzó a golpearme en las nalgas. – Así te gusta, ¿verdad perra? Lágrimas me caían por mi cara. – Si mma..es..tro. Sentía que el trasero me ardía. Y seguía dándome. Yo gemía entre el placer y el dolor. Sacó el dildo de mi culito, y su pene, el cual yo no había visto, mostraba una gran erección. Sujetó mis caderas, y me metió su pene, duro, erecto, hasta el fondo de mi culo. Ah, que delicia estaba sintiendo. Seguí gimiendo de placer. El placer y el dolor, me inundaban. Movimientos rápidos y fuertes sentía detrás de mí. No podía sostenerme a nada, ya que tenía las muñecas atadas atrás. Se detuvo un momento, y tomó ahora un dildo en forma de pene, de tamaño descomunal y anormal. Lo mire con asombro. Separó un poco más mis rodillas, y ahora lentamente me lo introdujo en mi vagina. – ¿Te gusta mi amor? – Si maestro, mucho. Desgarró mi brassiere, dejando al aire, mis senos. Y volvió a meterme su pene por mi culo. Esta vez, sentía totalmente diferente. Nunca había sentido dos falos dentro de mi cuerpo. La sensación resultaba placentera. Con una mano sujetaba el dildo en mi vagina y con otra sujetando uno de mis senos, empujaba enérgicamente. Unos minutos pasaron, sacó su pene y me lo introdujo en mi boca. Con gran deseo, lo comencé a chupar. El dildo seguía dentro de mí. Tomó otra vez su paleta, y volvió a golpearme las nalgas. Mientras yo, le mamaba el pene. Sacó su pene de mi boca, me sujetó por el estómago y así me aventó a la cama. Caí de con la espalda y mis manos. Por un momento pude ver su cara. No era guapo, pero era atractivo. Tenía aspecto de que hacía ejercicio, ya que tenía bien formado su cuerpo. Sin pensarlo, sacó el dildo de mi vagina y metió su pene lleno de deseo y pasión. Levantó mis piernas hacia su pecho y profunda y rápidamente entraba y salía. Sentía el sudor de su cuerpo, y yo gemía y gemía. Su mano estrujó un poco mi cuello, sin privarme de aire. Su otra mano apretaba mi seno con gran fuerza. No había tenido sexo de esa manera. Nunca había experimentado el masoquismo. Me gustó, me gustaba. Gemía y gemía de placer. Y lo sentí venir. Mi orgasmo. Como hace mucho no lo había sentido. Temblé, y gemí. Él lo notó, y continuó embistiéndome con su pene duro. Pude notar que estaba a punto de terminar. Su respiración se volvió más rápida, y empezó a gemir. Antes de que terminara, sacó su pene, y lo metió a mi boca. Lo mamé con gran placer y ahí, en medio de los gemidos explotó. Su semen corría por toda mi boca. Sofocados, quedó recostado sobre mí un momento. Se levantó, y comenzó a vestirse. Desató mis muñecas, guardó sus “utensilios” y sin más se acercó a la puerta. – Hasta nuestro próximo encuentro mi amor. Y se fue. No me dijo su nombre. Sobre la mesa, dejó mi paga. Me quedé en shock, ahí desnuda, usada. Cuando salí del shock, me vestí y salí de la habitación. El ya no estaba.
Y así, hoy, le dejé un mensaje. “Maestro, ¿cuando me vuelve a enseñar?”.

* Relato de "DeniseFogosa"
*Autor: @jess_gtz

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