Oscar Fingal O'Flahertie Wills Wilde

sábado, 13 de febrero de 2010

#Nomelasdesllorando. *72o. Relato.


Su nombre es un palíndromo. Su cuerpo también. Debo reconocer que no me gusta, es más, no me gusta nada. La primera vez vi en ella un trasero apetitoso. Ya cuando tuve ocasión de tocarlo y jugar con él me resultó aguado. Todo lo que ha pasado, sin embargo, se lo debemos al chat y a los mensajes escritos. Por Skype nos comunicamos y por lo regular, cuando no hay gente en su casa, nos ponemos frente a la pantalla, sin más preámbulo nos desnudamos y comenzamos a masturbarnos. Para mí es la mejor manera de seguir la relación con ella. La última vez levantó mucho una pierna, la recargó en la pared y sus labios se abrieron más que nunca. Capturé la pantalla en varias ocasiones. Al día siguiente me masturbé con sus fotos. No ha sido la única vez, de hecho tengo muchas fotos de ella, tanto de la pantalla en nuestras sesiones de cibersexo, como en nuestras múltiples sesiones sexuales.

A veces me rehúso a seguir tirándomela. No me gusta su aliento, y lo sabe, pero no lo ha corregido, no ha hecho nada para corregirlo. No me gusta su hedor, no me gusta su cuerpo, no me gusta el color de su piel, no me gustan sus tetas. Pero me gusta humillarla.

Ella, la mujer palíndromo, sabe todo de mí, cada artículo que publico lo lee, fue a la hemeroteca a leer los anteriores a que nos conciéramos, estaba en mi facebook hasta que me harté, pero ahí la tengo todos los días leyendo mi timeline en twitter. En realidad no lo entiende muy bien, no sabe a qué nos referimos cada vez que decimos #nomelasdesllorando y sin embargo me las ha dado llorando.

Cuando está menstruando no se puede contener, su excitación es mayor. Fue así como la penetré por primera vez vía anal, de hecho era la segunda vez que cogíamos. Estuvimos en la madrugada primero buscando una farmacia para comprar tampones y lubricante, y después buscando un hotel de paso. Allí amanecimos. Al despertar puse un canal porno, comencé a masturbarme delante de ella y, pese al sangrado, se masturbó al mismo ritmo que yo. Se metía casi toda la mano.

La última vez que lo hicimos le estuve tomando fotos. Se fue desnudando en las escaleras, cuando mi cámara se enfocó en su vagina el color rojizo era evidente. No tenía ganas de penetrarla así, entonces terminé en su boca. Estaríamos juntos todo el fin de semana. Después de eyacular no me quedaban muchas ganas de seguir con ella. Al día siguiente no sé qué hicimos por la mañana, pero cuando me sentí con una excitación irrefrenable comenzamos a tocarnos y le anticipé que no la penetraría. Ya no estoy sangrando, me dijo, pero le advertí Me da asquito. Ella me tocaba con una mano y se tocaba con la otra. Tanto se estaba excitando que me puse un condón y la penetré. ¿Eso querias? Pregunté. Ella se quedó callada. De pronto me di cuenta que estaba lleno de sangre. Me salí y se lo hice saber. Corrió al baño. #nomelasdesllorando Reclamó la humillación, le aclaré lo de siempre. No te quiero y si sigo teniendo sexo contigo es porque tú lo pides y porque en este momento no tengo sexo con nadie más. Ya no tenía otra alternativa, tuvo que irse. A los 10 minutos recibí un mensaje en el que me decía que se arrepentía de haberse ido. Yo me recosté un rato y en cuanto desperté escribí #nomelasdesllorando y di retorno. Dediqué la tarde a ver televisión.

Mucha humillación mucha humillación pero ahí estaba en el chat días después. Le dije que quería volverla lesbiana. Se lo había dicho otras veces antes. Las primeras ocasiones respondía que nunca lo intentaría siquiera. Después se relajó y dijo que tendría que estar un poco peda para hacerlo. En esa ocasión hizo más preguntas sobre mis planes y no antepuso un mínimo de alcohol. Mientras platicaba con ella, escribí en el TweetDeck:

Querida traje una amiga #nomelasdesllorando

Ustedes síganle solas, yo les aplaudo #nomelasdesllorando

Vamos a necesitar una voluntaria para que #nomelasdesllorando

En una ocasión, no mucho después de que la había conocido intercambiamos algunos mensajes en el celular. Le dije que estaba molido. ¿Necesitas un masaje? Preguntó, y le dije que sí. Con el tema del masaje la llevé a chatear. Fui yo quien terminó describiendo el masaje que le daría. Se lo di días después.

Los masajes han formado parte de nuestra relación. Nos hemos dado masaje mutuamente y yo le he platicado muchas veces de los masajes con final feliz. Es quizá la única mujer con la que puedo platicar de mi afición a esos masajes. También le he pagado por sus masajes. Eso comenzó a generarme mucho placer. Vive del otro lado de la ciudad, así que en una época le pedí que viniera los sábados a darme masaje. Al final le pagaba 500 pesos. La hice mi puta. Y como tal llegaba y se iba en taxi.

Al anticiparle su primera relación sexual con una mujer recurrí de nuevo a los masajes.

Me darán un masaje entre las dos #nomelasdesllorando, escribí en el Tweetdeck y en Skype al mismo tiempo, pero en Skype añadí, luego te daremos un masaje a ti.

Discretamente, vía DM, estoy buscando quien nos acompañe. Poco a poco debo llevar la conversación hacia temas sexuales y allí preguntar si lo haría con otra mujer. Para suavizar las cosas, al final de cada DM escribo #nomelasdesllorando.


*Relato de El perdona vidas.
*Autor: Roberto Remes

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