Oscar Fingal O'Flahertie Wills Wilde

jueves, 11 de febrero de 2010

Frágil Seducción. *51er. Relato


He ahí a la dueña de la noche nuevamente frente al espejo, escrutando su opalescente cuerpo juvenil de tersas curvas y delicados contoneos. Dirige al vidrio que le refleja su traviesa mirada, el índice en los labios, sonrisa pueril y encantadora. Ese rostro la ha llevado a la cima; de ser comerciante de juguetes sexuales a convertirse en la dueña de la noche, la dama de muchos que la frecuentaron con fervorosa lascivia. Su respuesta es ahora sido, lacónica: “Not men, only girls… my girls”. And her girls were just a few: the ones on the web; them who make all the people’s desire and pay for the illusion of sex. Pero no es ella ninguna criatura de ensueño, es carne trémula, llena de vigor, que sabe a pasión y derrocha encanto. Desde su pose sigue observando.

Heme aquí frente a mí invertida, galante embustera, cautivadora teatrera. La asidua amante del arte y temerosa del amor. ¿Acaso estás, amor, escondido entre aquellos que me siguen y se creen a diario dueños de mi cuerpo? “La imagen no es carne, tontuelos, y han sido pocos quienes se la llevaron a sus mesas por un alto costo. Pagaron, sí, mas ese no fue mi error. Me tuvieron en su lecho y me recitaron las mismas promesas con pésima retórica falaz. He ahí el detalle. ¡Lástima por ustedes!, no volverá a suceder. No me verán más allá de sus monitores, no les queda más que imaginarme tangible, sin el pudor que la cámara me brinda con su abrigo”.
Pero, ¿qué es de ti, pequeña divinidad? Pasas inadvertida pese a que grabaste tu silueta en la memoria de tus fieles seguidores. Debutaste ante tu reflejo, y de espaldas te agachaste para mostrarnos el sexo. Y tus manos recorrieron tus muslos, repasaron sus formas suaves y provocaron, ingeniosos dedos largos, que imaginásemos más de lo que mostraste: en evidencia todo, en esencia nada. Muchos frecuentamos el club donde sobre mesas sedujiste, más no nos bendijiste con tu cadencia a domicilio. Nos traicionaste de manera deliberada y te elevaste a un plano inalcanzable de imágenes y letras.

Escribo para todos mis seguidores y frenéticos persecutores. Llevo por nombre canto de sirena y es mi apellido un apelativo que denota rebeldía con causa, claramente monetaria. Trato de sonar inteligente, queridos, no me queda más remedio al contactarles por este medio. Y más aún siendo mi propia arrendadora. Muchos saben que ha sido arduo el camino de mis finanzas; un buen tiempo fueron llevados por esos depravados que pusieron precio a la imagen de mi cuerpo aparentemente púber. Lo que sólo prometía ser una propuesta fotográfica no tardó en convertirse en largas sesiones de grabación pornográfica. Poco faltó verme exhibiendo el acto sagrado que en mi caso sigue esperando a su príncipe encantado, el que, abrazándome con ternura nos mostrará ante el espejo y dirá, “How cute you are. Really cute. Really you”.
Al enderezarse percibe el espejo un tatuaje decorando la piel cerca de sus nalgas; su espalda llana y su rostro de perfil, ocultando su expresión con el cabello de topacio, mas no sin mostrar su subliminal voluptuosidad. Ahora con pasos ligeros de funambulista se dirige a la cama, sobre cuyo colchón desnudo se dispone de manera plácida. El espejo le mira, de forma lateral, llevarse la mano al sexo y soñar para hacernos soñar.

Oh girls of mine! What could I have done without you? Without them, my fate was porn… actually hardcore. But I, really hated hardcore. I always preferred to play alone, with myself. Y, ¿quién si no una mujer es la ideal para prestarse a los juegos de mi propia sexualidad? A ustedes, chicas mías, agradezco haberme librado de las manos que con porcina osadía pretendieron subastar mi integridad. En ese justo momento recordé a la conservadora de mi madre, desdeñando mi libertina aventura. ¡Madre mía, mi bien amada! A ti te pregunto si el cuerpo y el alma no son dimensiones humanas distintas. Mi cuerpo entregué a quienes anhelan y no tendrán. Pero a veces creo que mi alma aún se acurruca en tu regazo y pide caricias tuyas por detrás de la oreja. Menos ahora estoy preparada para recibir el amor de alguien que sólo recurre a mi imagen en alta definición, que me llama pornstar y que alimenta su ego “aventurero” con la presunción de quien rompe los tabús que, de cotidianos, su naturaleza mojigata caen en el absurdo.

No has de volver a casa, adorada nuestra. ¿Acaso pretendes abandonar a los tuyos a sabiendas de que, al ser seguidores tuyos, existimos más que por nosotros mismos? No te alejes de nuestro mundo, hermosa mujer; antes bien, prosigue con tus juegos provocadores. Provócanos más de tus orgasmos en calidad aumentantes con tus pulidas técnicas de sugerencia. No nos prives de tu juego de escondidillas que despierta en nuestras entrañas frenéticos deseos de sostener contigo platónicos idilios.
Una certeza se me reveló con claridad la primera vez que vi una película para adultos: adoro los cuerpos desnudos. Adoro los pechos, adoro los torsos, adoro los sexos. Su naturaleza simplemente hermosa ejerce sobre mí una inefable fuerza embelesadora. La excitación que de la contemplación de la figura humana se transubstancia a la humedad de mi sexo. Es entonces cuando mi alma quiere desprenderse del cuerpo, para admirarlo y regocijarse en su narcicismo. Entonces gritaría: “¡Pero qué lindo cuerpo de mujer!, ¡véanlo todos! ¡Sientan su sencillez penetrar su piel! ¡Compartan su excitación y rían con él! ¡Entréguense al hedonismo sexuado en su máxima expresión de la libertad!” Pero la tergiversación del erotismo, ha intervenido para corromper el plácido sueño. No queda sino despertar y no queda sino despertar.

La madre vive aún en la pesadilla de no ver a su hija comportarse con el recato debido. Pero la divina traga años está determinada. Carga a cuestas el tormento del amor, “Where are you, my love?”, mas no para de buscar la libertad del alma en la seducción exhibicionista de sus chicas, canal de su autoerotismo. Intenta día con día dejar fluir su alma, desatarle las cadenas corporales; se desnuda, baila, corre, ríe y busca alas propias para anunciar sus proezas de saltimbanqui impudoroso. Las anuncia como sonoro cántico de pájaro y quienes de la dueña de la noche dependen para sentirse seres pueden jactarse de su fortuna: aún le verán tal como ellos desean:

Ella retirará la mano del sexo en un punto muerto: ni orgasmo ni indicios de él; sólo servicio para la imaginación de los ávidos veneradores. Se levantará y por última vez apreciarán su diminuto cuerpo límpido, esta vez desvaneciéndose debajo de la ropa interior que cubre, con sinuosa parsimonia, su pubis lampiño y sus pezones diminutos. Se aproximará a la cámara, ahora sabemos que el vídeo está por concluir, pero que no hemos de perder su rastro, pues la siempre atenta dama, con frases cortas y astutas, nos mantiene al tanto de sus actos. Por lo pronto vemos su rostro sonreír directamente hacia la videograbadora, nos hace un guiño y con voz queda que se cuela a nuestros oídos como un hilo de vapor, nos susurra “And now, it’s time to tweet!”

*Relato de Bixos Tatsuhiko.
*Autor: @Luis_Ecastro

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