Oscar Fingal O'Flahertie Wills Wilde

lunes, 1 de febrero de 2010

El Secreto. *3er. relato



Ella es mi secreto.
La prefiero antes que a todos mis clientes juntos. Algunos de ellos sí logran llevarme al orgasmo, pero ninguno como ella. Nadie logra aquellas maripositas, ni mi sexo latiendo tan fuerte como mi corazón. La conocí cuando un cliente mio nos pidió un trio, fue el mejor trabajo que he hecho. Desde entonces, todos los martes por la tarde las dos dejamos a cualquiera de nuestros clientes para revolcarnos en su cama. Sí, ella también es puta. Y de las caras. Su agenda es privada, ni siquiera me la ha enseñado. La agenda. Lo demás, todo le conozco.

Adoro esos martes. Cuando llego ella está tomándose una taza de café, esperándome. Sentada en su sillón se ve hermosa, cruzada de piernas, reclinada y fumando. Dejo mi bolsa en algún lado y me siento junto a ella. Pone jazz, dice que para ambientar. Platicamos de nuestros clientes; nos gusta presumir quien de las dos tiene el cliente con el miembro mas grande. Es muy chistosa, ocurrente y siempre me toma por sorpresa. De pronto mira mi escote y pasa lentamente sus dedos por mis senos. A veces solamente me sonríe y me avienta al sillón con todas sus fuerzas. Besa delicioso, muerdo sus labios hasta que saben un poco a sangre. Me encanta sentir su cabello largo sobre mis senos, hace cosquillitas. Me encanta lamer detrás de su oreja, mientras ella muerde mis hombros. Cuando llevo falda, le gusta recorrer con la yema de los dedos mis piernas. Pasamos mucho tiempo en el sillón, jugando. Le levanto la falda para ver sus piernas, ella me despeina hasta que mi cabello queda suelto.La ropa deja de estorbar con mucha facilidad. Yo siempre soy la que la llevo a la habitación. Es irresistible. Con los hombres es sólo sexo, con ella es algo más.

Me gustan sus sábanas negras. La desnudo, sin prisas. Ella me quita la ropa. A veces, intercambiamos brassieres. Me gusta cuando usa los de encaje rojo. En mi opinión, el sexo con una mujer es mejor que con un hombre. Ella sabe como hacerme temblar. Me lame y muerde los senos, los pezones. Le araño la espalda. Pero lo mejor es cuando me avienta y lame mi ombligo, y baja. Tiene una lengua muy larga, casi tan larga como la mía. Grito muy fuerte, sin fingir como con muchos de mis clientes. Meto mis largos dedos en ella. Le gusta. Me excita cuando me gime bajito, al oído.

El sexo es maravilloso entre dos putas experimentadas. Tiene muchos juguetes, pero no los necesitamos. Me gusta hacerle cosquillas, verla reír. Me gusta ver su cuerpo desnudo retorcerse de risa. Su cuello sabe delicioso. La muerdo tanto que a veces siento que algún día me convertiré en caníbal con ella. Me gusta sentarme en el suelo del baño y tocarme mientras la veo bañándose. Es que su sabor... vamos, ella se sabe cuidar. Dice que lo que mas le gusta de mi son mis caderas y labios. Cuando me toma de la cadera y me empuja a ella sus grandes senos se aprietan con los mios. No se bien si siento algo por ella. Pero no puedo mezclar el trabajo con el placer. O el amor y el sexo. O mi heterosexualidad con... ella.

Se queda tendida sobre esas sábanas negras y prende un cigarro. Fumamos juntas. Toma su BlackBerry y empieza a twittear todo lo que hicimos juntas. Le gusta el exhibicionismo. Yo regreso al hotel de Insurgentes donde un hombre grande y sudoroso me espera. Pienso en ella, pero es mi secreto.

*Relato de "Dulcinea"
*Autor: Tere Villaseñor @terezavh

*Ilustración de Maruo Suehiro

1 comentarios:

Anónimo dijo...

De principio a fin.

Romeo.

 

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