Oscar Fingal O'Flahertie Wills Wilde

viernes, 5 de febrero de 2010

De como m . . . 27o. Relato.


Tomé el teléfono y marqué.
- Estoy en el jardín, junto al puesto de hot dogs, frente a la Catedral ¿podrías venir? necesito compañía.
No recuerdo su respuesta, me quedé contemplando la belleza que tenía frente a mí, hasta que una silueta tapó las luces que me tenían maravillada.
- Pareces menos desesperada de lo que sonabas en el teléfono.
- ¿Cómo supiste que era yo?- Le respondí, mientras me recorría un poco, ofreciéndole que se sentara junto a mí.
- Los locales no la vemos así. Estoy sorprendido.- Dijo mientras sonreía y se sentaba cerca de mí.
- ¿Por qué?
- Porque tenía una idea muy distinta de ti, de tu cara, de tu cabello.-Soltó una carcajada y se tapó la boca- Disculpa no debería decirte esto.
- Dilo, quiero saber.
- Imaginé que tenías el pelo largo, tal vez pintado y que vestías atrevido. Detrás de cada tuit te imaginas a una persona.
- Ya lo creo.- Le contesté distraídamente.
- Supongo que no me llamaste para hablar de Twitter, ¿estás bien?
- La verdad, no.
Le conté sobre la casa de huéspedes, de lo difícil que sería llegar radiante a la entrevista del día siguiente, cuando había visto salir una rata de mi cuarto.
- Soy gerente de un hotel. ¿Dónde es tu entrevista?
- Esta es la dirección.- Le dije, mientras le mostraba un email impreso.
- Tienes suerte- Dijo doblando de nuevo el papel.- Olvídate de ese lugar. Estarás a dos cuadras de tu entrevista y dormirás como nunca.
- No puedo pagar por una noche de hotel, menos por tres.
- Nadie dijo que pagarías.
- ¿Puedes hacer eso?
- ¿Hacer qué?
- Llevar a alguien para que duerma gratis en alguna habitación de donde trabajas.
- No dije que sería gratis.
Me asusté, por supuesto que me asusté. Volví la mirada al frente y traté de relajarme.
- No puede ser tan malo. Pensé que eras liberal. Más de una vez escribiste tuits sobre “intercambio de favores”.
En mi mente, le contestaba que los tuits los escribía mi alter ego virtual, no yo. Que decía cosas así por divertirme, por provocar, por rebeldía.
- Tienes razón- le dije, mientras lo volteaba a ver, proyectando seguridad.- Pero con una condición- Añadí.
- Puedo negociar.
- Que no sea hoy. Estaré tres noches aquí, por favor, hoy quisiera descansar para estar lista mañana.
- Por supuesto, lo mismo había pensado yo. Además, eso de tener sexo en la primera cita, siempre es de mal gusto.
Cuando cerré la puerta, disfruté ese cuarto, tan lleno de seducción y tranquilidad. Me preparé para dormir, sin querer pensar más. Fue hasta que estuve en ese estado de ensueño, en que es difícil estirar la mano para apagar la luz de noche, cuando vino a mí la palabra prostitución. Había conseguido algo, a cambio de sexo.
Fue la única vez en aquellos tres días que volví a pensar en ello. El resto, fue agradable. El se portaba como un verdadero anfitrión, como si fuera un viejo amigo disfrutando de mi visita. La verdad, yo disfruté como si se tratara de un ligue de verano.
Al volver a mi ciudad, seguí a mi rutina de pocas actividades y mucho tuiteo. En algún momento, tuitié el trato que había llevado a cabo: estancia, comida y diversión, a cambio de sexo.
Entonces, empezó de verdad. Tuitteros ofrecían desde boletos para conciertos y hasta tamales, a cambio de sexo. Alguien creó #Intercambiocositas. Me parecía descabellado, había sido una cosa de tres días y ahí en el time line había gente que creía que me dedicaba a ello.
Tres semanas después, programé otra entrevista, ahora a más horas de distancia. Resuelta, puse manos a la obra:
“Alguien en Veracruz para #Intercambiocositas necesito transporte, hospedaje y alimentos por tres días”
Me sentí en medio de una travesura, hasta que recibí una propuesta. Ofrecía avión, hotel con vista al mar, alimentos y algo de efectivo para lo que se me ofreciera. El fin, conseguir trabajo como química, justificaba los medios, un patrocinador.
En la recepción del hotel me habían informado que él llegaría en un par de horas, por lo que pensé tendría tiempo de darme un baño y descansar del vuelo. Durante dos días me había roto la cabeza para encontrar que me pondría, no para la entrevista, sino para mi encuentro o encuentros con él. No es como elegir algo para un hombre que conoces.
Al final, no viajé con nada especial, solo llevé ropa interior combinada. En una caja que encontré sobre la cama de la habitación había una hermosa bata blanca de baño. Suficientemente cómoda para recibir a un desconocido, y suficientemente sugerente para llevar a cabo mi primer convenio, a nivel profesional.
Cuando llegó, me había relajado tanto que dormitaba. Tocó la puerta a pesar de que tenía llave. Era un hombre alto, de los que se describen como ropero. A penas entró se quitó los zapatos, hizo preguntas sobre si tenía todo lo que necesitaba. No supe bien a que se refería, pero me ayudo haciendo una seña circular.
- No, gracias, todo está perfecto. En la recepción…- Sin verlo venir, ya me estaba besando. Primero un par de besos suaves, luego uno intenso que realmente me hizo desear tener algo con él.
Sus manos se habían mantenido en mi nuca, sujetando mi cabeza un poco levantada para que me pudiera besar. Seguramente, sentía todavía húmedo mi cabello. Levantó un poco más mi cabeza, la giró hacia la derecha e hizo en mi cuello lo mismo que había hecho en mi boca.
No sabía si debía decir algo o no. Esas frases de película porno de “Oh, si” siempre me han parecido ridículas, así que me abstuve de incluir nada parecido en el personaje que estaba representando.
Según iba besándome el cuello, y los hombros, me empezaba a abrir la bata. Era un ritmo pausado, que me hacía sentir cómoda. Al final, no me importó quedar completamente desnuda ante él, aún cuando dio tres pasos para atrás cuando dejé caer la bata. Me observó, sonrió y se desabrochó el cinturón. Me acerqué, abrí su camisa y recorrí su pecho con mis labios. Reaccionó más de lo que yo esperaba así que continué. Lo fui recorriendo hacia atrás hasta que topó con una silla. Teniéndolo sentado, fue más sencillo alcanzar su cuello, sus hombros y sus orejas.
Los siguientes dos días, me visitó cuatro veces más, siempre con la misma rutina. Sexo oral en la silla y después penetración en la cama. La tercera vez que lo ví me atreví a proponerle posiciones y parecía agradarle que le diera ideas. Al final de mi viaje a Veracruz el era un hombre satisfecho y yo, una emprendedora.
No puedo decir que me relajé del todo esa primera vez. Lo que estaba sucediendo no estaba en mis planes, sin embargo se había dado tan fácil, que había sido difícil resistirse. Incluso la primera vez era fácil, pensando y riéndome de mi misma para no asustarme, pero era fácil. Ese hombre fue un buen padrino para mí.
¿La entrevista? No tuvo mayor trascendencia. Ya no busco trabajo intentando ejercer mi profesión. Jamás me he citado con alguien de la ciudad, siempre trabajo en otros lugares, me siento más yo, lejos de lo que me recuerde lo que antes fui.
Estoy en un mercado limitado, lo sé. Justo eso, me da seguridad. Mis convenios se hacen en Twitter, los tuiteros que me solicitan no dicen demasiado en el TL porque ahí también los leen sus amigos y su familia, tal vez sus novias o esposas. No acepto llegar a casa o departamento, siempre a un hotel de cierto prestigio. No hago reservaciones, ellos tiene que hacerlo.
Tengo dinero para vivir sobradamente y tiempo para escribir este diario que espero algún día se vuelva libro. #Intercambiocositas además de dinero, me ha devuelto la autoestima. Soy una mujer entera que, lo único que le estorba, es decir a la familia y amigos que trabajo como agente de ventas para una compañía farmacéutica.
Me gustaría que supieran que estoy en un mundo virtual que me conecta a un mundo real al que ellos cierran los ojos. Que cada tuitero que solicita mi compañía desea ser amado y yo invento ese rol para él. Que sino fuera por mí, algunas mujeres habrían sido abandonadas. Sirvo a sus hombres, pero ellas salen beneficiadas. Ellos vuelven a casa relajados y no maldiciendo la rutina y la falta de atención.
Entiendo que mis followers sean en su mayoría hombres. Las mujeres se mantienen poco tiempo en mi TL, algunas sólo me dan unfollow, otras maldicen contra mí y, algunas hasta han creado hastags ofensivos. Piden para que me bloqueen o me dejen de seguir. Lo que ellas no entienden, es que no es por mis tuits que a mí me siguen.

*Relato de "Vanessa"
*Autor: Pilar Zamorán @puccaencorto

0 comentarios:

 

Oh sí, también en FACEBOOK

Term of Use