Oscar Fingal O'Flahertie Wills Wilde

sábado, 6 de febrero de 2010

Black. *44o. Relato


RT @bicho: @all_me “I have a feeling, that tonight’s gonna be a good night”.
Como si no fuera suficiente escuchar esa canción en la radio todos los días, ahora también los twitteros la publican al menos 3 veces en mi TL, ¿acaso no ven la gran mentira que es? esta no será una buena noche, ni mañana, ni la que le sigue. Ya no hay buenas noches, no desde que el no esta.

Enamorada, así estuve una vez, enamorada de su ser… completa e irrevocablemente entregada a el ¡podía hacer de mi lo que quisiera!, pero que digo, hizo de mi lo que quiso… mínimo 3 veces a la semana. Siempre me entregue a el, sólo el sabia como hacerme sentir extasiada, sin pena, sin limites, sólo con el logre tener orgasmos múltiples en múltiples ocasiones… sólo el sabe como tocarme, donde besarme, como causarme dolor y placer. Y hoy, ya no está.

Desde entonces me la vivo buscando alguien que me llene como él. Misión imposible.
Comencé en este “negocio” sin saber que lo estaba comenzando, una noche en un bar ligué con un chico alto, fornido, acento extranjero, misterioso, sexy… pensé que sería la mejor noche de mi vida. Terminándose el “maravilloso” encuentro (dos forzadas partes de 10 minutos), mi frustración creó el pensamiento “deberías de cobrarle por el tiempo que te acaba de hacer perder”; de pronto de mis labios salió la oración: “Son $1,000… quizá para la próxima no deberías de invertir tanto en algo en lo que no eres bueno”. ¡Debería de haber tomado una fotografía de la cara que puso!, pero no dijo nada, sacó de su cartera dos billetes de quinientos y me los dio; acto seguido, la puerta se cerró de un gran golpe.

Mil pesos en una noche, ajusto de maravilla para una semana: gasolina, desayunos, salidas con los amigos y sobró. El viernes siguiente regrese al mismo bar e igual el sábado, conseguí hombres dispuestos a pagar mil pesos por estar conmigo una horas, nunca pensé que mi belleza valiera tanto. Desde entonces, este es mi trabajo de los fines de semana.

He tenido todo tipo de clientes, todo tipo de aventuras. Muchos lo han hecho muy bien, con otros sencillamente cuento los segundos para que terminen, pero yo siempre grito como si quisiera quedarme afónica… ellos necesitan sentirse bien con ellos mismos. “Oh si, justo ahí, ¡vamos! ¡gózalo! ¡mas fuerte! ¡mas rápido!... ¿te gusto?... no se te olvide dejar el dinero en el buró.”.

Ayer, después de un año, lo vi. Estaba apunto de irme con un nuevo cliente cuando divisé su ancha espalda, 1.93 de altura, cabello negro, ¿será?... ya no oigo lo que me dice este tipo, me acerco, definitivamente es él, Black de Giorgio Armani lo confirma. Se voltea, me ve, me besa, vamos a mi casa… ¡Dios, quiero estar aquí todas las noches!, sus brazos, su pecho, su fuerza, mi placer que por fin es verdadero, sus palabras en mi oído, me habla sucio, me habla sexy, me habla como siempre me hablo, me entrego, lo siento, me vengo una y otra vez, ¡qué feliz soy!.

Estaba en sus brazos, me quita, se levanta, se viste… “fueron 3 horas, te dejo los tres mil pesos en el buró”… debería de tomarle una fotografía a mi cara, “te has cogido a tres de mis amigos, los tres han dicho que eres maravillosa, yo sé que lo eres pero tenía que probarte una vez mas para confirmarlo, puta.”. Acto seguido, la puerta se cierra silenciosamente y ese silencio parte en dos mi alma.

Saco mi BlackBerry. 2:30 a.m. @Ariel Me he quedado sin corazón.
Hoy es sábado, volveré al bar. Tiene que haber alguien que me dé lo que el me dio.

*Relato de Ariel.
*Autor: Paola Muro Haro @bapamu

0 comentarios:

 

Oh sí, también en FACEBOOK

Term of Use